En los días recientes hemos podido leer un sin número de análisis sobre las perspectivas y posibles escenarios que podemos esperar para Cuba en los próximos meses. Me parece muy bien tratar de desmenuzar la información para acercarnos lo más posible a la realidad de nuestro país, sin embargo creo que el quedarnos a ese nivel no traerá lo que muchos deseamos, una Cuba democrática y abierta a todos. El primer comentario que leí acerca de una propuesta de acción fue el de Rafael Rojas. Si bien creo que el paso es importante, personalmente no comparto totalmente su visión. No considero que el gobierno podrá consolidar fácilmente su posición ni el corto ni mediano plazo. Desde hace tiempo el gobierno cubano ha sido claro en expresar la necesidad de introducir cambios económicos que alivien la muy difícil situación existente, esto por supuesto sin introducir cambios políticos. El problema es hasta qué punto se pueden introducir medidas económicas efectivas sin que por ello el gobierno pierda control político. Creo que la pregunta resulta casi imposible de contestar, sobre todo cuando analizamos la situación de nuestro país en un contexto más global.
Primero, Cuba es un país sumergido en una grave crisis que ya se extiende por casi 20 años. La economía ha logrado escasos avances y sobre todo en los últimos años esos avances no han llegado a la población. Es palpable el alto nivel de descontento, especialmente en los jóvenes que expresan abiertamente las aspiraciones a un país más libre y abierto. También existe un agotamiento en el terreno ideológico pues el discurso ha pasado a ser solo palabras vacías frente a la realidad diaria. Todo esto tiene como consecuencia la falta de nuevos líderes, creando un vacío de relevo que es imposible de superar.
Segundo, Cuba es una pequeña isla a solo noventa millas de EU, donde radica la mayor comunidad cubana exiliada. Esta comunidad representa un porciento muy importante de nacionales, con una economía mayor que la de la propia capital cubana y con posiciones políticas diferentes a la del gobierno, excepto raras excepciones. Creo que los que hablan del modelo Chino o Vietnamita en Cuba obvian este detalle que marca una gran diferencia.
Tercero, es muy importante también ubicarnos en el momento que estamos viviendo. Ya han pasado treinta años desde que se iniciaron las reformas en China y casi veinte desde la caída del Muro de Berlín. La dinámica del planeta ha cambiado mucho y el proceso de globalización, que lleva aparejado una explosión tecnológica, hace casi imposible mantenerse aislado, mucho menos en la situación geográfica de la isla. Cuba tendrá que abrirse quiéralo o no el gobierno.
Entonces, ¿qué podemos hacer como cubanos para lograr los cambios que necesitamos? Pues creo que debemos marcar una agenda que reclame todos nuestros derechos. Las aspiraciones de nuestro pueblo cubren un amplio espectro de necesidades y libertades insatisfechas. Es imposible, incluso en el sector económico, que el gobierno con tibias medidas pueda satisfacer las grandes necesidades del pueblo, sobre todo sin cambiar las bases de un sistema que ha alcanzado tales niveles de ineficiencia.
Primero, Cuba es un país sumergido en una grave crisis que ya se extiende por casi 20 años. La economía ha logrado escasos avances y sobre todo en los últimos años esos avances no han llegado a la población. Es palpable el alto nivel de descontento, especialmente en los jóvenes que expresan abiertamente las aspiraciones a un país más libre y abierto. También existe un agotamiento en el terreno ideológico pues el discurso ha pasado a ser solo palabras vacías frente a la realidad diaria. Todo esto tiene como consecuencia la falta de nuevos líderes, creando un vacío de relevo que es imposible de superar.
Segundo, Cuba es una pequeña isla a solo noventa millas de EU, donde radica la mayor comunidad cubana exiliada. Esta comunidad representa un porciento muy importante de nacionales, con una economía mayor que la de la propia capital cubana y con posiciones políticas diferentes a la del gobierno, excepto raras excepciones. Creo que los que hablan del modelo Chino o Vietnamita en Cuba obvian este detalle que marca una gran diferencia.
Tercero, es muy importante también ubicarnos en el momento que estamos viviendo. Ya han pasado treinta años desde que se iniciaron las reformas en China y casi veinte desde la caída del Muro de Berlín. La dinámica del planeta ha cambiado mucho y el proceso de globalización, que lleva aparejado una explosión tecnológica, hace casi imposible mantenerse aislado, mucho menos en la situación geográfica de la isla. Cuba tendrá que abrirse quiéralo o no el gobierno.
Entonces, ¿qué podemos hacer como cubanos para lograr los cambios que necesitamos? Pues creo que debemos marcar una agenda que reclame todos nuestros derechos. Las aspiraciones de nuestro pueblo cubren un amplio espectro de necesidades y libertades insatisfechas. Es imposible, incluso en el sector económico, que el gobierno con tibias medidas pueda satisfacer las grandes necesidades del pueblo, sobre todo sin cambiar las bases de un sistema que ha alcanzado tales niveles de ineficiencia.
Debemos, eso sí, como plantea Rojas, buscar que el gobierno acepte la interlocución con los diferentes grupos. Debemos tratar de una y mil maneras que el gobierno entienda que lo mejor tanto para él cómo para todos es sentarse a dialogar. Debemos hacerlos entender que el poder absoluto va formando parte del pasado y que seguir retardando los cambios en todos los sectores representa un gran riesgo para nuestro país.
El gobierno debe entender que el establecer un diálogo no implica abdicar sino implica entender la situación presente y ser parte de la búsqueda de soluciones. Es por eso que debemos tener una agenda general e incluyente en lo político, económico y social. Debemos de unir nuestros esfuerzos en lograr el diálogo. Debemos estar seguros que nosotros no somos los únicos que necesitamos del gobierno para dialogar sino que el gobierno también necesita de una oposición madura como interlocutor. Debemos hacerle notar que ese será el mejor escenario para construir nuestro futuro.
El gobierno debe entender que el establecer un diálogo no implica abdicar sino implica entender la situación presente y ser parte de la búsqueda de soluciones. Es por eso que debemos tener una agenda general e incluyente en lo político, económico y social. Debemos de unir nuestros esfuerzos en lograr el diálogo. Debemos estar seguros que nosotros no somos los únicos que necesitamos del gobierno para dialogar sino que el gobierno también necesita de una oposición madura como interlocutor. Debemos hacerle notar que ese será el mejor escenario para construir nuestro futuro.
1 comentario:
Muy bueno tu analisis.
Yo insisto en que para que un dialogo camine tenemos que definir bien quienes van a dialogar y preparar un documento que interese a todas las partes y que no contenga puntos inaceptables.
Revisa el link a Cubaencuentro porque no me funcionó.
Saludos,
Al Godar
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